jueves, 26 de enero de 2012

El valor histórico de la memoria.

La historia, como disciplina, se construye mediante la búsqueda sistemática y coherente de elementos pasados que permitan construir un relato que de cuenta de los fenómenos históricos en los que el ser humano, como protagonista de su propio pasado, actuó como un ente consciente de su presente, no así del futuro, ni del pasado en sí mismo. Por ende la disciplina de la historia es una disciplina que tiene como objetivo intrínseco el presente, que de forma veloz se transforma en pasado. Todos los elementos que nos permiten construir un relato que hable acerca del único tiempo que existe son, a la vez, necesarios para la construcción de un pasado en común entre todos los que componemos la sociedad. Esto tiene como denominación común “memoria” histórica. Pero para comprender cuál es verdadera función de la memoria histórica es necesario dar cuenta, de forma somera, cómo es que actúa la memoria entre nosotros, entender sus características y cómo es que por medio de elementos del pasado cada persona es capaz de crear un relato coherente de su vida, de su sociedad, etc.

Los elementos que permiten la construcción de un pasado son muchos y representan “vestigios” de un pasado que ha sobrevivido al paso del tiempo y al olvido. Pero estos objetos no llegan al presente de la misma forma que en el pasado, ya que a medida que va pasando el tiempo éstas se van llenando de historicidad, que no es más que el conjunto de interpretaciones que la van haciendo sobrevivir al paso del tiempo mediante un conjunto de interpretaciones que le da el carácter de testimonio que nos permite construir un relato coherente y lleno de significancia acerca del pasado. Es lo que ocurre con cuadros del renacimiento, con archivos coloniales, con periódicos, etc., pero más contemporáneamente ocurre con la fotografía, que es el mejor elemento con el que las interpretaciones dirigen su mirada hacia un pasado más bien reciente pero totalmente vigente, sobre todo en Chile. En ella interactúan elementos históricos, estilísticos y por sobre todo emocionales, que van haciendo de una representación algo diferente según avanzan las miradas, adquiriendo un valor que no es solamente emocional, sino que también representa un valor histórico, ya que en ella están incrustados los elementos mentales que dieron vida a la representación.

La fotografía es una continua dialéctica entre la vida y la muerte, entre lo que fue, lo que es, pero, por sobre todo lo que “ha sido”, que es el elemento primordial para lograr entender como un elemento llega hasta el presente cargado de historicidad. El ejemplo más claro que se me viene a la mente, y que es interesante abordar, son los retratos de detenidos desaparecidos, que tienen un valor histórico y social dado por todos aquellos que participamos, o que deseamos participar, en la construcción de una memoria social, que dé respuestas a un pasado reciente, y que participe en la formación de un discurso histórico que se contraponga al de una derecha rancia y putrefacta, cuyos elementos históricos, que reafirman su postura, son el olvido (ya sea de sucesos como de elementos que sostienen al pasado) y la utilización de elementos abstractos, que si bien no dejan de ser históricos, no tienen mayor valor que la misma abstracción de la interpretación del pasado, esto es justificar muertes, prisiones y torturas, apelando a un cambio macroeconómico “necesario”, que incluso sirve como justificación en el presente, pero que en el fondo es una mescolanza injustificable para ocultar el odio y el sentimiento de dominio que los embarga.

No es novedad decir que la memoria es un discurso que está en pugna con otros discursos que tratan de dar una explicación totalmente contraria a los hechos del pasado con sus propios elementos, lo que da cuenta, en el hecho, que la historia se construye mediante aquellos elementos “encontrados”, no de la totalidad de los elementos del pasado. En cambio un relato histórico es verídico en tanto que los elementos encontrados permitan darle coherencia y una factibilidad científica al relato que sostiene quien da cuenta del pasado; con la fotografía ocurre el mismo efecto. El retrato de un detenido desaparecido es el testimonio vigente de que alguien, tan cotidiano como nosotros, desapareció en circunstancias que nadie sabe, y que en muchos casos se les dio muerte. Somos todos testigos de aquellos porque logramos identificar al sujeto con solo mirarlo, lo logramos conocer en vida y sabemos que ese sujeto desapareció en circunstancias que no sabemos, logrando, eso sí, mediante la observación, al sentimiento de angustia, de resignación y de dolor de familiares que perdieron a sus seres de forma bestial. La fotografía de un detenido desaparecido es traer el pasado hacia el presente, la contradicción de mostrarnos un presente que ya no existe.

Por medio de estos elementos, de un retrato, de una grabación o de un testimonio, es que la historia va construyendo una narración que espera, en su fin más puro, dar cuenta de lo que ocurrió con sujetos tan cotidianos como nosotros. La Historia es subjetiva en tanto que el relato muchas veces carga con emotividad, principalmente porque es una ciencia que estudia los fenómenos humanos, pero que a la vez es objetiva porque todos los elementos con los que se construye ese relato, con los que se da cuenta del pasado, son verificables debido a que representan a una realidad, que al igual que el retrato de un detenido desaparecido, son voces calladas, sumergidas en el dolor de la pérdida en todas sus formas, pero que si bien perdieron en el pasado, siguen estando vigentes en el presente, y es labor de cada uno ayudar a construir esa historia, no solamente desde los libros, sino que desde todos los ámbitos de la cultura y la creación humana.

Cambiar el concepto “dictadura” a “régimen” no representa una transformación de la historia, sino que un acto infantil y ridículo de aquellos que no pudieron eliminar aquello que sobrevivió al paso del tiempo, y que se fue enriqueciendo por medio de su historicidad. La fotografía permite darle valor al pasado y una significancia que nos represente a todos como sociedad. Una foto de un detenido desaparecido es la prueba factible de la brutalidad y la perversión de los intereses de un grupo de sujetos que se olvidaron de ser seres humanos, pero a la vez es un vestigio del pasado, de eso que “fue”, es un testimonio vigente en el presente, que ha sobrevivido al tiempo, y que es un elemento tan poderoso, que no se puede eliminar, en esta lucha entre los discursos que construyen a la memoria, cambiando simplemente un concepto.

sábado, 14 de enero de 2012

La guerra social de los poderosos

Estamos como sociedad insertos dentro del más grande movimiento estudiantil que ha conocido la democracia chilena, que a pesar de que en los últimos días hemos sido testigos de las bajas "lógicas" de las tomas en distintos establecimientos educacionales, las demandas siguen tan vigentes y tan claras como en el mes de Abril, cuando unos veinte mil estudiantes se reunieron en paseo Bulnes a decir ¡Basta! Creyendo, cuando estudiantes, como cada uno de los que hemos estado en alguna institución universitaria, comprometidos con las demandas de igualdad, decían a viva voz que se construiría un movimiento estudiantil que iba a ser recordado, que iba a ser histórico en su lucha y en sus demandas. Fueron miles de estudiantes los que salieron a las calles a pedir una educación gratuita y regulada por el Estado, eliminando toda posibilidad para que grupos corporativistas sigan pretendiendo que la educación sea un medio de consumo que fomente el endeudamiento de las familias chilenas. Pero la voz del corporativismo y de la falacia se ha impregnado dentro del mismo movimiento, y que lo ha hecho tambalear en muchas ocasiones. Por medio de la construcción de discursos que tienden hacia la equidad y la igualdad, ciertos grupos pretenden dislocar un movimiento único y organizado, en pos de instaurar una deslegitimación del rol de la institucionalidad dentro de la sociedad, y a la vez imponer un sistema acéfalo, que carezca de principios y que goce de una libertad falsa que elimine la verdadera libertad de decisión de los individuos, por medio de la anulación teórica y valórica del voto popular y el derecho a la organización.

Estos grupos individualistas mal entienden el concepto de libertad, proponiendo una organización fragmentada que estanque el vital proceso de democratización de nuestra sociedad, de darle mayor equidad y de potenciar la institucionalidad vigente, para que vele por cada uno de nosotros, como participantes del complejo sistema social que algunos tratan de reducir a la mera dominación. Estos grupos minoritarios, en base a la amenaza, como es de costumbre en los grupos intolerantes, promueven el miedo y la violencia desorganizada para atacar a aquellos que en verdad sueñan y desean una educación igualitaria y estatal, así como un Chile totalmente distinto, que las nuevas generaciones no hemos podido contemplar.

Hemos sido testigos de como la derecha chilena, disfrazada bajo ropajes de caridad, amor, igualdad y justicia, se ha insertado en las organizaciones de campesinos, pobladores y ahora estudiantes, entregando su mensaje de lucha y de conciencia social, así como de una solidaridad de clase mediante la desfragmentación de sus organizaciones, eliminando el derecho de elección en los espacios sociales y promoviendo el silencio de los que quieren decir algo, insertando, así mismo, la voz de los más fuertes como aquella que representa a la mayoría, disminuyendo la conciencia a la palabra de un grupo de poderosos.

La derecha adopta ropajes de anarquismo de mercado para promover la disolución de la lucha organizada de los trabajadores, de la clase media, de los estudiantes y de la sociedad en general, promoviendo la desregularización de las bases que sostienen a la sociedad para privilegiar sus objetivos económicos, deslegitimando al Estado y a cualquier organización que busque participar de él. Se llena la boca de anticomunismo, tal como lo hace el gobierno de Sebastián Piñera y su coalición por el cambio, para desmerecer el trabajo de los dirigentes que han hecho posible que el sueño de una educación gratuita y estatal pueda ser posible para todos. El anarquismo de mercado, defendido por los hijos de la burguesía, pretende liquidar la posibilidad de los estudiantes chilenos y de sus familias de gozar del derecho de estudiar en igualdad de condiciones, en una educación de calidad y garantizada por el Estado. Hablan del pueblo y de su conciencia, promueven la guerra social y destruyen, por medio de un discurso de falsa conciencia de clase, cualquier posibilidad de organización que involucre a la mayoría.